Examinemos una mañana de niebla la red que se ha construido durante la noche. Los hilos pegajosos están cargados de gotitas y, combándose bajo su carga, se han convertido en multitud de catenarias dispuestas en orden exquisito. Si el sol atraviesa la niebla, el conjunto se ilumina con fuegos iridiscentes y se convierte en un racimo de diamantes.
El número e ha alcanzado su gloria.
Jean Henry Fabre
Muy poético el párrafo de Fabre, ¿verdad?
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Inexpresable!
También se manifiesta el número e en las velas de las barcas henchidas por el viento y, en otro plano más prosaico, en los cables de la electricidad.
El número e a la luz del sol.