Seguro que la gran mayoría de vosotros recordáis los problemas de matemáticas que fueron apareciendo semanalmente en la web de El País durante el año 2011 fruto de una iniciativa conjunta con la RSME en el año de su Centenario. Bien, pues el éxito de la misma ha llevado a sus precursores a reunir todos esos desafíos en un libro, cuyo título es Desafíos Matemáticos y cuya portada es ésta:

La editorial que lo edita es SM y el libro pertenece a la colección Biblioteca Estímulos Matemáticos. La descripción del mismo en la web de la RSME es la siguiente:

El libro recoge los 40 desafíos que la RSME propuso semanalmente en El País para celebrar su centenario y en el han participado sesenta autores, desde catedráticos de Universidad hasta estudiantes de Secundaria y Bachillerato, pasando por docentes de todos los niveles, gente que utiliza las matemáticas en distintos ámbitos y meros aficionados a esta ciencia. Son cuarenta estimulantes retos que avivan el ingenio. Enfrentándose a ellos, el lector se sentirá un auténtico investigador matemático. Pero no hay que asustarse. No es necesario saber muchas matemáticas. La herramienta esencial para resolver los desafíos es pensar ordenadamente.

Al parecer todavía no se puede adquirir, pero no debe faltar mucho tiempo para ello. En cuanto tengamos más datos sobre él os informaré. En Libros Guijarro ya está disponible al precio de 15€: Desafíos Matemáticos.

Y para terminar os dejo con unas palabras de Bernardo Marín, principal responsable de la iniciativa por parte de El País, pertenecientes al prólogo del mismo:

Y para animar a quienes tuercen el gesto cuando se enfrentan a un desafío más complicado que una suma, voy a explicar los dos mejores motivos que encuentro para amar esta ciencia. A ver si evangelizo a algún escéptico.

Primero, las matemáticas son divertidas. Me ofrecen un entretenimiento barato, sano e inagotable. Les cuento un ejemplo: hace un mes compré un libro con problemas numéricos y de ingenio. Resolví bastantes pero uno se me resistió, lo memoricé y desde entonces lo uso como antídoto contra el aburrimiento. Cuando el metro se para entre dos estaciones, en los viajes trasatlánticos en los que ya no sé como distraerme, cuando intento dormir y el sueño no llega, hago gimnasia mental y pienso en el problema. Sé que algún día lo resolveré y, les garantizo, sentiré una alegría no menor a la del futbolista que marca un gol en un partido clave o a la del arqueólogo que encuentra el sarcófago de un faraón tras meses de picar piedra.

Y segundo, dan certezas. A las personas moderadas, que vemos grises donde otros ven blancos y negros, nos cuesta expresar ideas demasiado contundentes sobre casi nada y agradecemos que los números nos den verdades indubitables a las que agarrarnos. Me cuesta ensalzar o denostar de plano, sin hacer muchos matices, la labor de un político o el juego de un equipo de fútbol. Pero puedo llegar a la violencia (verbal) si alguien pone en duda que los números primos son infinitos. Porque sé demostrar que no se terminan nunca, igual que no se acaba la felicidad que pueden proporcionarnos las matemáticas si tenemos la paciencia de escucharlas.

Sabias palabras Berni.

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